El recorrido por los clubes de nuestra Unión nos lleva a la ciudad de Miramar, en donde charlamos con Paulina Marinelli, Presidente del club de aquella ciudad. Con la cabeza puesta en volver, cuenta cómo viven este contexto y como la solidaridad fue un factor preponderante en estos tiempos que corren.

La vida como la conocíamos cambió. La Pandemia puso patas para arriba la vida de las personas, y los clubes fueron uno de esos lugares en donde se sintieron las consecuencias del aislamiento obligatorio. En Miramar, el club homónimo de esa ciudad, la situación no fue la excepción.

“Con respecto al contexto de  pandemia, en Miramar, por un lado tuvimos la ventaja de tener el primer caso hacia fines de julio, lo que permitió a la gente moverse con cierta tranquilidad hasta ese momento, obviamente dentro de lo permitido por la fase correspondiente. Aun así, se nota a los  niños y adolescentes con dificultades para sociabilizar, y los más pequeños se muestran bastante tímidos, y temerosos de la situación, siempre muy conscientes del peligro que esta enfermedad conlleva”, relata Paulina Marinelli, quién nos regala una radiografía de lo que pasa en su ciudad. “Los socios”, agrega, “están con ganas de retomar la actividad, recién esta semana nos han informado que la provincia autorizó  las actividades de preparación física en los clubes, y que  luego de la firma del decreto municipal, podríamos regresar al club”.

La virtualidad es la “nueva normalidad”. Los espacios de encuentro pasaron del Club a las salas de video chat, y, aunque la titular de Miramar reconoce que “para mantener el vínculo con los socios se han realizado clases por zoom”, también añade que “no han sido muy concurridas por los jugadores de rugby, aunque mejor por las jugadoras de hockey a partir de octava categoría. Lamentablemente la modalidad de entrenamientos y clases virtuales no han sido muy satisfactorias, como docente y dirigente he observado  que los adolescentes y niños no se sienten muy motivados por el encuentro vía Zoom, Google Meet o alguna otra plataforma virtual. También, en un intento para aumentar la participación, se han enviado una serie de desafíos a los grupos de WhatsApp, con puntaje adicional por participación de familiares para motivar la interacción y el vínculo  con la familia, con un ranking”. Además, cuenta que para estar cerca del socio “se fueron mandando a los grupos de WhatsApp flyers del club para las distintas fechas, como Pascuas, Día del Padre, Día de la Niñez, al igual que la información  enviada desde administración con las medidas de la cuarentena (atención en secretaria, formas de contacto virtuales, medios de pago virtuales, y otras novedades)”.

La información pasó a ser cada vez más preponderante, para estar más cerca en este mundo tan distante. Las Redes Sociales fueron un puente para unir a toda la familia del MRC. “Cuando nuestro equipo femenino, las ‘Medusas’, estuvo participando del torneo virtual,  su desempeño se compartió en todos  los grupos de WhatsApp, para alentarlas con su voto en Instagram, y así constituir una instancia más de vínculo con el club”, explica Paulina, que también cuenta que “para el día de la Niñez, en conjunto con Comisión, subcomisiones y Veteranos  se  preparó un presente para cada niño, una bolsita con golosinas y una hoja con el contorno del logo del club, para que las niñas y niños las personalicen, coloreen, o trabajen con pinturas, telas , papeles, etc, luego lo compartan con sus compañeros en su  grupo de WhatsApp, y participen de sorteos. Los entrenadores  entregaron éstos  a nuestros niños y niñas  en sus hogares, ese  domingo a la mañana, lo cual provocó alegría y sorpresa. Durante la semana fueron enviando su logo personalizado al grupo, fotos de ellos,  y se vio  mucha  participación”.

El radio de acción de Miramar Rugby Club no sólo se desarrolló dentro de los márgenes del club. En su comunidad, los colores verdes, amarillo y negro dijeron presente. “Con respecto a movidas solidarias – cuenta Marinelli –  se realizó colecta de alimentos y ropa, se pusieron a disposición en un registro municipal de asistencia, que involucra distintos tipos de tareas, como asistencia a mayores, ayuda en retenes, provisión de víveres y remedios, etc. También se puso el edificio a disposición del departamento de niñez para alojar, en caso de ser necesario, a niños cuyos padres puedan contraer Covid-19, y no dispongan de otros familiares o recursos para aislarlos”, enumera la mandamás.

El futuro es una incógnita, pero en un principio, Paulina Marinelli lo tiene claro: “Poder retomar los entrenamientos en el club será un primer paso para motivar a los socios y familias”. En la misma línea, aseguró que “actualmente, además de la cuestión estricta de la pandemia, relacionada con el miedo de la gente, y las medidas de distanciamiento y prevención de propagación, que desalientan en parte a reunirse con otras personas, una gran dificultad es la delicada situación económica, lo cual ha incrementado la morosidad. También es una preocupación el estado atlético de los jugadores, después de tantos meses de inactividad, o actividad diferente. Considerando que muy probablemente  la situación económica tendrá secuelas en el futuro, y la recuperación llevará bastante tiempo, es una gran preocupación cómo se podrá llevar a cabo la competencia el próximo año, solventar viajes, indumentaria, fichajes y demás. Si bien siempre se hacen eventos para reducir costos y hay becas, y nadie deja de jugar por no poder abonar la cuota u otros conceptos, probablemente haya gente que no quiera participar, porque obviamente,  no todos  se sienten  cómodos sabiendo que no pueden costear el deporte y reciben ayuda. Tampoco olvidamos los efectos negativos del desafortunado suceso de enero, disipados  un poco por la pandemia”.